La cinta kinesiológica es una cinta que se aplica en los músculos y proporciona un aporte sensorial en la zona pero permite un rango de movimiento completo.
Si se aplica correctamente (para ello debe de ser colocada por un fisioterapia), levanta la piel del tejido de debajo, provocando una compresión y descompresión de la zona, lo que permite evitar las señales de dolor enviadas al cerebro por los receptores nerviosos en la piel así como las capas profundas de fascia, músculos y otros tejidos conectores.
La mejor funcionalidad de las cintas se desarrolla en las lesiones musculoesqueléticas sencillas; como por ejemplo impactos ocasionados o contracturas originadas en el hombro o en la parte baja espalda. En el caso de que sufras de algún problema mayor, como un desgarro, las cintas no tienen propiedades curativas, pero lo que sí pueden hacer es ayudarte a que el dolor sea aliviado.
Debemos de tener en cuenta que las cintas kinesiológicas no curan, quitan la inflamación y nos permiten desarrollar mejor los movimientos. Por ello, para una recuperación completa es necesario realizar ejercicios de rehabilitación.
En cuánto a colocar la cinta, lo ideal es pedir ayuda a un profesional. Aunque parezca algo sencillo es necesario precisar su colocación, por eso deberíamos tener en cuenta siempre a nuestros fisioterapeutas.
En resumen la aplicación consta de fijar la cinta en un extremo del músculo que está dolorido e ir frotando la cinta hacia abajo de dicho músculo. La tensión que se debe de emplear en la cinta es un punto importante a la hora de que ésta funcione, por este motivo os recomendamos acudir al centro, pues una cinta mal colocada no te hará ningún resultado beneficioso.